Richard Wurmbrand, fundador de La voz de los mártires, fue en su juventud un ateo decidido a experimentar todos los placeres que el mundo puderia ofrecerle. Sin embargo, también lamentaba que Dios no existiera, y hubiera preferido que en alguna parte del universo latiera un corazón amoroso.
Cuando este joven rumano descubrió el amor de Cristo, dejó todo para servirlo con determinación, a pesar del alineamiento de su país con los nazis y el régimen comunista que subió al poder después de la guerra. Decidió respetar la dignidad humana de sus peores enemigos respondiendo al odio con amor. Tuvo que soportar años de prisión, y palizas por predicar el evangelio de la paz (1909-2001).