Durante demasiado tiempo, los cristianos han domesticado a Dios, rebajándolo a nuestro nivel como si fuera un Dios que puede ser domesticado. Pero él es un Dios alto y sublime, el Creador más que la criatura, alguien que no puede ser concebido mayor que él. Si Dios es el ser más perfecto y supremo, infinito e incomprensible, entonces ciertos atributos perfectos deben ser ciertos en él. Perfecciones como la aseidad, la simplicidad, la inmutabilidad, la impasibilidad y la eternidad protegen a Dios de ser paralizado por las limitaciones de las criaturas. Al mismo tiempo, este Dios todopoderoso, omnisciente y omnisapiente se acomoda, exhibiendo perfecta santidad, misericordia y amor al dar a conocer quién es y cómo nos salvará.
Los atributos de Dios nos muestran exactamente por qué Dios es digno de adoración: no hay nadie como él. Únase a Matthew Barrett mientras redescubre estas perfecciones divinas y se sorprende por el Dios que creía conocer.