Sufrir de ansiedad y ataques de pánico puede hacernos sentir incapacitados. En un momento te sientes bien, y al instante, el corazón te late con fuerza, la mente te va a toda velocidad y el estómago se te retuerce. A veces, incluso te parece que estás teniendo un ataque al corazón. La Biblia nos insta: “por nada estéis afanosos”, ¡pero eso parece imposible cuando hasta tienes miedo de tener miedo!